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Hay un virus contagioso totalmente benigno. Es más, todo el mundo lo lleva dentro, y sólo hay que permitirle que se expanda, ayudarle a que se haga fuerte, cultivarlo con cariño, regarlo y dejar que emerja y se muestre al mundo como un humilde regalo. Se llama “Liderazgo Horizontal” y como su propio nombre indica trae nuevos “horizont-es”.

Se haya instalado en el mismísimo núcleo de la esencia de todo ser humano y no se le conoce antídoto ni vacuna. Lo único posible es dejarlo dormido. Les gusta el trabajo en equipo aunque se sienten cómodos encargándose, ellos solos, de diferentes tareas. Han aprendido a escuchar y a tener en cuenta lo que escuchan.

Dialogan, proponen, se responsabilizan, cambian la energía del ataque por la danza. No les gusta quejarse sino exponer y proponer. Aprovechan cualquier resquicio para respirar, sonreír e introducir alguna broma. Algunos han estudiado importantes carreras, otros han aprendido un oficio, otros se hacen a sí mismos y otros han venido de un país lejano. No son amigos de decirle a los demás lo que tienen que hacer, pero proponen,indican, opinan, preguntan, enseñan, si hay que hacerlo dan directrices, evalúan y agradecen.

Raramente se les ve criticando, juzgando, o gritando pero cuando lo hacen ponen todo su empeño en transformar sus equivocaciones. Se toman tiempo para recibir inspiración, procuran no tomar decisiones precipitadas y esperan a escuchar lo que a veces llaman su “voz interior” o su intuición.

Les podemos encontrar como dependientes de un supermercado, jefes de equipo, en un mercadillo de pueblo, técnicos de un equipo informático, profesores en un instituto, directores comerciales o atendiendo por teléfono reclamaciones.

Hubo algunos famosos, Ghandi uno de ellos, Martin Luther King otro, Jesús, y otros pero ha habido y hay miles que solo se conocen en su barrio o ciudad.

La sociedad actual necesita muchos líderes horizontales que sigan extendiendo este virus benigno y contagioso. Necesitamos nuevas formas de entender el trabajo, la actividad productiva, el sentido de para qué son las empresas, que supone “CREAR VALOR” .

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